viernes, julio 24, 2009

¿Nos está matando la religión?

¿Nos está matando la religión? Éste es el provocador título del libro de Jack Nelson-Pallmeyer. El libro se centra en las conocidas religiones del libro, es decir, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Pallmeyer da una respuesta afirmativa a la pregunta que plantea en el título de su obra. Según él, tenemos un elefante en la cacharrería al que nadie parece querer prestarle atención. Pallmeyer argumenta que la religión se usa constantemente para justificar el uso de la violencia y esto no es un problema de malinterpretar los textos “sagrados”, sino, un problema intrínseco de los textos “sagrados”. A lo largo del libro justifica dicha afirmación recurriendo a los propios textos “sagrados” de las tres religiones ya mencionadas. ¿Estamos otra vez ante la obra de un ateo recalcitrante? La respuesta es no, y esto es lo que le da un valor especial al libro, Pallmeyer es creyente, cristiano, para más señas. Para evitar que la religión nos mate, Pallmeyer propone a los creyentes que hay que ser críticos con los textos “sagrados”, algo a lo que no todos los creyentes están dispuestos, y es que, sí se es crítico con una parte de los textos ¿por qué no serlo con las otras? Muchos creyentes piensan que la tesis de Pallmeyer son peligrosas para la religión, y es posible que tengan razón en este punto, aunque Pallmeyer trata de justificar que no existe ese peligro. Aquí es donde sus argumentos pierden fuerza, cuando intenta defender que el dudar de los textos “sagrados” es algo bueno, intenta convencer de que Dios no es ese Dios violento y vengativo que abunda en la Biblia y el Corán, sino que es un Dios bondadoso y todo amor, para ello se basa en “su experiencia personal” lo cual no sirve para mucho, siempre puede haber otro creyente que según su “experiencia personal” Dios sea de la forma A y no de la B.

No obstante es un libro interesante, por la pregunta planteada, por la respuesta que da a dicha pregunta, y por las firmes creencias religiosas del autor, lo cuál hace ver que aun siendo creyente se puede reconocer que la religión, sino nos está matando como defiende el autor, al menos, nos está creando muchos problemas.

Ismael Pérez Fernández.